lunes, 31 de diciembre de 2012

PECADOS TAURIUNOS: LA PLAZA DE ALICANTE Y SEROLO / Por Jorge Villar

Tras meses de incertidumbres, de «dimes» y «diretes» acerca de la continuidad o no de la empresa Iniciativas Taurinas Alicantinas (los Serolo, Sebastián y Carlos Rodríguez, de tantas otras plazas, más Agustín Trapero) al frente de la plaza de toros, parece que una de las partes ha echado la «pata alante» y tiene la intención de arreglar el asunto. ¿Qué asunto? Pues ni más ni menos que el futuro inmediato de la fiesta taurina en nuestra ciudad.
A ningún aficionado se le escapa la negativa imagen que ITA ha dejado por estos y otros pagos, principalmente por la gestión nefasta del último año en cuanto a lo estrictamente taurino se refiere. A eso hay que añadirle los incumplimientos manifiestos en diferentes aspectos de la oferta que presentaron en 2011, principalmente los dinerarios. 178.000 euros a decir del concejal de turno, don Andrés Llorens. Conocida en los corrillos taurinos sobre todo la deuda contraída con los trabajadores de la plaza. Ante esa realidad, mala decisión la de Sebastián y Carlos Rodríguez en hacer público un comunicado en el que acusan al ayuntamiento de abuso por querer cobrarles 21.000 euros en concepto de canon televisivo. Bien mirado, si no la razón legal, si tienen la moral, pues no se ha dado retransmisión alguna (¿quizá por falta de interés en la programación de los festejos?) y poco lógico parece tributar lo que no se ha cobrado. Pero, ¿y el resto de la deuda? ¿Por qué no se ha cubierto el montante principal? Ya digo que la imagen que ITA ha cultivado no ha sido nada beneficiosa para sus intereses. En Zaragoza se los quieren quitar de encima, a los Serolo, lo más rápido posible. Mismas razones, mismos errores. Los maños no se han andado con chiquitas.
A pesar de la coyuntura económica que vive el país, ITA ha actuado mal. Lo saben, y por eso quieren echarle el muerto al ayuntamiento. La mejor defensa es un buen ataque. Pero quizá sea tarde, aunque ellos dicen que ya tienen programada la temporada de 2013. El consistorio también ha pecado, seguramente por omisión. Si todo lo que argumentan en estos días para abrir el expediente a la empresa es cierto, ¿por qué no han actuado antes? Los plazos administrativos no se llevan bien con los esencialmente taurinos. Las temporadas no se programan de un día para otro, y ya padecimos un triste ejemplo de esto con el tragicómico folletín de la última adjudicación, con un primer pliego irreal al que solo se presentó ITA, la posterior anulación de la adjudicación por la falta de una firma, la bajada de pantalones ante Simón Casas en un intento de recuperar a Nacho Lloret (que acabó con el vergonzoso ataque del francés hacia nuestra plaza), y la adjudicación final a ITA con una pérdida de beneficios para el ayuntamiento respecto al pliego inicial. Y todo eso con el tiempo pisándonos a todos los talones. Este expediente abierto a dicha empresa no deja de ser el último capítulo de tan desastroso planteamiento. ¿Acaso no han aprendido los responsables de aquello? ¿Se nos ha olvidado y volveremos a tropezar con la misma piedra?
En estos dos años se ha perdido mucho más de lo que se ha conseguido. El prestigio y los aforos llenos han bajado considerablemente. Parece que, al menos de palabra, hay buena voluntad en los responsables municipales. Pero hay que intervenir al enfermo desde ya, enfrentarse al «tifus» y demás virus que le corroen por dentro y plantearse opciones. Un nuevo pliego, una vez solucionado el expediente con ITA, parece la opción más clara. O quizá una adjudicación directa, que presenta mayor problemática. Aunque no habría que desestimar una gestión directa, es decir, nombrar unos gestores que, como ha ocurrido en otras plazas en situación parecida, administren y dirijan los asuntos taurinos dándole cuentas al ayuntamiento únicamente, con lo que beneficios y obligaciones quedan en manos del consistorio. Y si uno no vale, se pone a otro. Personas competentes hay que podrían desempeñar esas funciones. Sea como fuere, «culebron habemus» en las próximas semanas. Pidamos al nuevo año que, al menos, no se nos muera el protagonista.

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