jueves, 30 de octubre de 2014

MANZANARES, ''Algo Más Que Un Maestro'' / Por José María Jericó

Su maestría sentaba cátedra y como tal nos fue dejando faenas memorables grabadas en la memoria de los que tuvimos la suerte de  presenciarlas. 
Cuando corrió la triste noticia, nadie se lo creía, parecía una broma de mal gusto, no podía ser verdad. 

ALICANTE. Miércoles, 29 Octubre 2014. Por José María Jericó. Pero la realidad era que si, que ciertamente José María Dols Abellán, el “maestro” Manzanares, había fallecido en su finca cacereña, mientras dormía victima, casi seguro, de un traicionero infarto.
A la hora en que escribo estas líneas han desfilado ante el féretro cerca de 15.000 personas que querían dar su último adiós a esta gran figura del toreo. Personas anónimas unas y otras amigos y compañeros del mundo del toro, entre los que se encuentran aficionados, ganaderos, matadores de toros, subalternos, empresarios, apoderados, periodistas, etc. Sería interminable el enumerarlos a todos pues seguro que se nos quedarían algunos sin nombrar. El mundo del toro llora la desaparición de una de las figuras más grandes de los últimos tiempos, con sus luces y sus sombras, sus triunfos y sus fracasos que de todo hubo, como todo ser humano, pero que duda cabe que un torero irrepetible.
José María Manzanares, comenzó a jugar al toro, al principio tan solo era un juego atraído por el ambiente torero que se vivía en su casa como consecuencia de ser hijo de un banderillero que sentía el toreo con tal fuerza e intensidad que conocía todos los secretos de este noble arte. Como tal lo concebía, su padre el inolvidable Pepe Manzanares, y así se lo transmitió a su hijo desde el primer momento que tuvo fuerzas para coger capote y muleta y comenzar a torear de salón a la edad de siete años. Testigo de aquellos inicios fueron la pinada del monte Benacantil a la sombra del Castillo de Santa Bárbara y la Ciudad Deportiva, donde el niño José Mari aprendía el manejo de los engaños junto a su padre y acompañado por los toreros alicantinos, ya famosos,  que como El Tino, Pacorro y El Caracol entrenaban en aquellos lugares junto a otros que empezaban y luchaban por abrirse camino. Así, aquella generación de toreros entre los que se encontraban El Lince, Manolo Carrillo, El Inclusero, etc. fueron testigos de los primeros capotazos y de las primeras becerras que toreo en las placitas que tenia Paquito Esplá en el barrio alicantino de Los Ángeles y en Benidorm.
Desde que vistiera por primera vez el traje de luces en Andujar (Jaén) el 15 de junio de 1.969, hasta que se retiro del toreo en Sevilla la histórica tarde del 1 de mayo de 2006, transcurrieron 37 años  de dedicación a este noble y bello arte del que él, no solo era maestro de toreros, sino que su maestría sentaba cátedra y como tal nos fue dejando faenas memorables grabadas en la memoria de los que tuvimos la suerte de  presenciarlas.
El maestro se nos ha ido, pero nos deja un legado valiosísimo que tiene continuidad en su hijo José Mari. La ultima vuelta al ruedo a hombros de sus compañeros e hijos y la salida por la puerta grande pone punto final a la historia de un niño que nació en el barrio alicantino de Santa Cruz y se convirtió en uno de los toreros más importantes que ha dado la historia del toreo. José María Dols Abellán, José María Manzanares en los carteles. Catedrático del toreo por la gracia de Díos. Descansa en paz.