Cada día que pasa aumenta el acoso que reciben los
ciudadanos que gustan del espectáculo taurino sin que la administración,
incluida autoridades encargadas del orden público, haga nada que no sea
proteger a los acosadores.
ALICANTE. Lunes, 29 Septiembre 2014. Texto.- José María Jericó. El acoso lo recibimos a las puertas de las plazas y
a través de algunos medios de comunicación, en los cuales, afamados periodistas
que dirigen programas de radio y televisión de elevada audiencia, no tienen
ningún recato en llamar de todo, menos bonito, al mundo taurino. Siempre empleando
argumentos demagógicos que calan en la sensibilidad de aquellas personas que
desconocen en profundidad una tradición cultural que en la península Ibérica se
inició con la llegada del toro a las marismas hace más de un milenio.
El ‘Toro de la Vega’ y las becerradas de Algemesi han
constituido en las ultimas semanas el centro de las protestas violentas de
grupos anti taurinos que mezclados con antisistemas y debidamente protegidos
por las fuerzas de orden público, han arremetido y se han enfrentado a los
ciudadanos de Tordesillas y Algemesí. Aquí incluso, atentando contra el montaje
de los 'cadafales’ al intentar cortar las sogas que amarran troncos y tablones
que conforman esta peculiar y singularísima plaza de toros que año tras año
montan, con no poco esfuerzo, las Peñas de la Comisión organizadora de la
“Setmana del Bous” de Algemesi.
También lo padecieron, el pasado 7 de septiembre, el publico
que acudió a presenciar la corrida de toros que se celebró en la plaza
alicantina de Villena, donde a un grupo de unas 70 personas se les permitió
manifestarse ante la mismísima puerta principal, obstaculizando la entrada a la
plaza y la llegada a las taquillas, ante la pasividad de ‘cuatro’ agentes de la
Guardia Civil que poco podían hacer ante el numero de manifestantes y argumentaban
que la concentración estaba autorizada, permitiendo vulnerar el derecho que tenían
los cerca de los cuatro mil aficionados que llenaron la plaza de entrar
libremente a presenciar un espectáculo autorizado, así como los intereses de un
empresario que creo unos puestos de trabajo y religiosamente pago sus
impuestos.
La fiesta de los toros fue declarada en su día Patrimonio
Cultural de los españoles. Por lo tanto y siguiendo al pie de la letra la
Constitución de todos, el gobierno y las instituciones están obligados a velar
por ese patrimonio. La tauromaquia en las distintas versiones con las que se
produce en España están protegidas por la Constitución como Bien de Interés Cultural a través de la Ley
18/2013. El último gobierno socialista, por cierto, la cobijo bajo la
tutela del Ministerio de Cultura. La Ley mencionada dice textualmente “los
poderes públicos garantizaran la conservación de la Tauromaquia y promoverán su
enriquecimiento”.
Según esta ley, supongo que prohibir una actividad
constitucional no tiene lógica, no puede tener respaldo jurídico, pero es que
además están obligados a protegerla. Está claro pues que las comunidades autónomas
y ayuntamientos pueden gestionar, y, ahí, entra lo que dice la ley mencionada, pero no tienen competencia para prohibir, y
por otro lado las delegaciones de gobierno que tienen la obligación de velar
por la seguridad de todos los ciudadanos, pueden conceder permisos de
manifestación, concentración o lo que sea, pero sin poner en peligro la
integridad física y moral de las personas que acuden a una plaza de toros a
presenciar un espectáculo que esta respaldado por ley. Si quieren autorizar a
los antitaurinos, háganlo están en su derecho, pero nunca los dejen llegar a
las inmediaciones de las plazas de toros. Tomen buena nota de Francia que está
defendiendo la Tauromaquia con contundencia y sin complejos de ningún tipo
evitando que los manifestantes se acerquen a las plazas de toros. Las leyes que
emanan de la Constitución Española y se legislan en el Congreso de los
Diputados deben de ser respetadas por todos los estamentos de la nación, no
pueden ser interpretadas al libre albedrío de cada organismo o grupo político,
tal y como viene sucediendo. Y no olviden que según las ultimas encuestas más
de 17 millones de españoles de todos los colores e ideologías dicen si a la
Tauromaquia.
Si no se pone freno a tanto desmán, lo que hoy es ‘acoso’,
mañana se puede convertir en ‘derribo’ y traer trágicas consecuencias, consiguiendo
el fin de una cultura que pervive desde tiempos inmemoriales y es una de las
muchas señas de identidad de la nación española. Evítenlo.