miércoles, 10 de octubre de 2012

Ramón y Cándido, Dos Mozos de Espadas en los ''Martes Taurinos''


Ramón Rubio y Cándido Martínez, confidentes y hombres de confianza de los toreros
Ramón Rubio y Cándido Martínez, mozos de espadas de Rafael Rubio “Rafaelillo” y de Antonio Puerta, se sinceraron ayer en el Martes Taurino “La intimidad del mozo de espadas”, en el que los asistentes pudieron conocer mejor la labor de los hombres de confianza de los toreros.
MURCIA. Miércoles, 10 Octubre 2012. Remitido.- Club Taurino de Murcia. De la mano de Miguel Massotti, Rubio y Martínez contaron un día de corrida desde el punto de vista del mozo de espadas, sus ocupaciones y la labor que tiene que llevar a cabo antes, durante y después del festejo.
Así, Ramón Rubio, hermano además del diestro murciano “Rafaelillo”, explicó que se encarga de preparar la habitación del hotel donde se alojan. “Intento hacer las cosas como a él le gustan, por ejemplo ocupando habitaciones espaciosas y sin agobios. Quito la televisión de la mesa y allí dejo la capilla, pero la monta él”, dijo Rubio, quien puntualizó que al torero no le gusta ver el traje de luces hasta un rato antes de vestirse. Sobre este particular, Cándido Martínez, mozo de espadas del novillero Antonio Puerta, apuntó que él suele ser el encargado de montar la capilla y era también quien elegía los trajes, “pero ya estoy perdiendo fuerza en eso”. Además, señaló que la crisis también se ha notado entre los toreros, ya que se hacen los trajes justos.
Ambos contaron, en presencia de sus toreros, que una de las tareas fijas es presentar en cada plaza las cotizaciones de la Seguridad Social y recoger los pases de callejón y las invitaciones para cada torero mientras los banderilleros se encargan de revisar el ruedo. Para el mozo de espadas es básico procurar mantener el orden y propiciar un ambiente tranquilo para el torero. “Controlamos hasta lo que comen un día de corrida y desde luego que descansen mientras nosotros ultimamos detalles”, si bien reconocieron que no es fácil controlar los nervios “porque cuando estás con el torero vives su preocupación”.
El momento de vestir al diestro, el recogimiento frente a la capilla y esa intimidad en la que se intenta rebajar la tensión son instantes importantes cada día en que toro y torero tienen que verse las caras, y en los que el mozo de espadas es testigo y confidente. Aunque a veces hay que atender visitas de última hora, procuran que se respete esa soledad hasta después de la corrida. “Entonces se agradecen las visitas, sobre todo cuando las cosas no han ido bien, porque a los triunfos se apunta todo el mundo”, comentaron.
Rubio y Martínez conducen los vehículos en los viajes y preparan la maleta de sus toreros, “con material de sobra posibles imprevistos”. Entre el material que viaja con ellos no pueden faltar varios capotes, pantalones de reserva (“normalmente vaqueros”), un costurero y hasta velcro y pegamento para cualquier eventualidad “del directo”, como lo llamó Rubio. Ya en la plaza, el mozo de espadas está siempre atento a cuanto pueda necesitar su torero. “Me gusta estar muy pendiente de él y mantenerlo lo más elegante posible”, señaló Cándido Martínez.
“En realidad no se disfruta mucho en esta profesión”, confesó Rubio, quien sabe que cuando la tarde no ha sido propicia el torero lo utiliza para desahogarse. Aunque siempre hay contrapartida porque “cuando se gusta y ha triunfado sientes la misma sensación que si hubieras estado con una mujer hermosa”. El mozo de espadas tiene claro que lo mejor en su posición es “escuchar mejor que hablar”, ya que procura, y en eso coincidió con Martínez, “no opinar, en todo caso felicitar cuando las cosas salen bien”.
Tras cada festejo, al mozo de espadas le queda la labor más ingrata de encargarse de la limpieza de los trajes de luces para que vuelvan a lucir bien, una tarea a veces complicada porque a los mismos se adhiere sangre, saliva y hasta los papelitos que hay en las banderillas, “que manchan las telas y que provocan que haya que lavarlos varias veces”.
Un trabajo que los mozos de espadas hacen con devoción. “Estamos donde queremos estar. Es la profesión a la que nos dedicamos, que necesitamos y en la que tenemos una gran responsabilidad”, concluyó Martínez.
Tanto él como Ramón Rubio viven el día a día de los matadores de toros y al término de cada temporada hacen balance con ellos. Al mozo de espadas le tocará de nuevo repasar trajes, muletas y demás material tan necesario que le convierte en compañero inseparable de los diestros.
Al término del Martes Taurino, el fotógrafo taurino Godínez entregó al Club Taurino un montaje con las imágenes más destacadas de la corrida goyesca de la pasada Feria de Septiembre.