miércoles, 7 de abril de 2010

CENTENARIO DE LA GRAN VIA: LA RATONERA / Por Ignacio Ruíz Quintano

"CENTENARIO DE LA GRAN VÍA DE MADRID"
LA RATONERA / Por Ignacio Ruíz Quintano 

PUBLICADO EN ABC: http://www.abc.es/20100406/madrid-madrid/ratonera-20100406.html
IGNACIO RUIZ QUINTANO
MADRID.-Martes , 06 - ABRIL-2010
Estos fastos por el centenario de la Gran Vía vienen a ser el ramalazo nacionalista de una capital que ha perdido a la nación. No sé si con la ley de la mentira histórica en la mano se podrá decir, pero la Gran Vía tuvo una edad dorada que no volverá: la de los censores de la dictadura -bastante más graciosos, por cierto, que los de la democracia- prohibiendo a Berlanga un plano general de la Gran Vía «porque, conociendo a Berlanga, es capaz de sacar a un obispo saliendo de Pasapoga». Gran Vía de Pasapoga, donde uno sólo alcanzó a ver, y de estudiante, a Susana Estrada. Gran Vía de Chicote, donde vagaba, errante, la sombra de Jarabo. Gran Vía de El Abra. Toda la sicalipsis pasaba por la Gran Vía, y pensamos en Lupe Sino del brazo de Manolete y en Ava Gardner del cuello de Luis Miguel, no en Salce Elvira haciendo «agit-prop» para el juez del faisanaje y las escuchas. Hoy la Gran Vía es un correcalles absurdo como un zapato impar, como las escaleras mecánicas del hotel «Buenaventure» en Los Ángeles, símbolo que los estudiosos de la posmodernidad ponían para expresar el sinsentido de la vida posmoderna. El Ayuntamiento contribuye como puede al sinsentido, con esas explanadas /aparcamientos en la plaza del Callao, copia descarada, como la Puerta del Sol, de la plaza Mayor de Morata de Tajuña, y en la Red de San Luis, desembocadura de la bulla procedente de la piojera de Fuencarral, cuya mugre fascina («fascinar»: atraer y repeler a la vez) al tardopijerío de los domingos y fiestas de guardar. Para completar esta revolución urbanística (una revolución es, según Pla, el triunfo de los ambiciosos de abajo sobre los perezosos de arriba), se instalarán las «boîtes» de Siza, unas paradas de autobús diseñadas para que el demócrata (un demócrata es, según Pla, un hombre que se hace el tonto o que lo es verdaderamente) experimente mientras espera la sensación de su papeleta electoral una vez introducida en la urna. «Ay qué gracia tiene / esta ratonera...»

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