Has querido sufrir en la intimidad y en el mayor de los
recogimientos, la tristísima y honda pena por la trágica muerte, la semana pasada, de tu hija mayor Nela, victima de ese mal súbito y que acecha traicionero que es la carretera. Uno, ante tu decisión, respetable, que entiendo y comparto, se queda a medio camino de llamarte o no hacerlo, de haberte dado el pésame públicamente o unirme en silencio a tu pena. Al final, opto por no llamarte y evitarte, al menos, una llamada tan innecesaria como indebida, respetando tu decisión.

Tu actitud, personal y profesional, se reviste de toreria y se
significa, especialmente, con todos los valores que representa la Dinastía Bienvenida, en trasmitir al respetable únicamente la grandeza de la Fiesta y su alegría, que las penas había que vivirlas puertas adentro de la intimidad; a las pocas horas de despedirte de Nela, tenías la casta y la fortaleza de espíritu de ponerte delante de los micrófonos y aguantar estoico, sin descomponer la figura. Todo un gesto de vocación, entrega a la profesión, y la vez de, de conmovedor y profundo amor, en el tremendo quebranto, hacia tu querida hija Nela.

Pero, llevaba días deudo con mi conciencia y deber, por no haberte dejado testimonio de mi pesar, uno mas entre el numeroso gremio taurino. Al final, y espoleado por las

Pepe Castillo Abreu –Murcia-
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