viernes, 24 de septiembre de 2010

CUADERNOS DE TAUROMAQUIA: EDICIÓN TRIMESTRAL

CUADERNOS DE TAUROMAQUIA – NÚMERO 9
AÑO 2010
EN PORTADA: Rafael de Paula, el dueño del misterio - Barcelona, confesiones de una Monumental - José Cubero ''Yiyo'', el principe que iba a reinar - José María Manzanares, el día que resucitó Antonio Ordóñez - Ganadería, hermanos Fraile
LUCES Y SOMBRAS
EDITORIAL
Atiendan por un segundo a la imagen de Mauricio Berho, a su maravilloso tenebrismo. Mírenla, siquiera, fugazmente, y verán en ella toda la esencia de la Fiesta, la dicotomía permanente sobre la que gira este misterioso mundo de la Tauromaquia. Ese juego continuo entre sombras y luces, entre alegrías y desdichas, entre la vida y la muerte. El brillo de la tarde no oculta la otra cara del toreo, la verdad insoslayable de que un hombre pondrá en riesgo su existencia por voluntad propia. En una plaza pública.
Foto.- MAURICIO BERHO
Frente a frente, el toro y Salvador Cortés. La amenaza blanca de los pitones acorrala el pecho del torero. La medalla ejerce de escudo simbólico, la gloria se adivina en la blancura, y la muerte se presiente en la negritud. Porque hasta la sangre es negra, si es sangre hermana. Y la cara, partida en dos con simetría matemática, simbolizando que en la mente del torero se libra una batalla eterna entre lucidez y ofuscación, entre valor y miedo. Entre el héroe de hierro y el frágil ser humano.
Y la soledad… Parece no haber nadie. En verdad no hay nadie cuando colisionan fiera y hombre en ese momento definitivo llamado toreo. Salvador Cortés está solo. Todos los toreros, todos los días están solos un tiempo. Antes y durante. Si la luz vence a las sombras, sentirán algo parecido a una felicidad inmensa y efímera. Durará hasta el siguiente amanecer.
Cuadernos de Tauromaquia presenta ese pulso inquietante. Rafael de Paula, como símbolo de la genialidad eterna. Como el misterio del arte y el pavor. De la claridad y las tinieblas. José Cubero ‘’Yiyo’’, como mártir de la Fiesta. El hombre joven que, llamado a ser rey del toreo, murió a la edad de príncipe. El brillo del futuro que quedó truncado por la negritud de la muerte, siempre ahí. Y la Barcelona taurina, una ciudad cuyo idílico pasado, cuya historia de esplendor continuo, pretende ser aniquilada por los inventores de un mundo de cartón piedra. Luces y sombras. Luchemos.
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