miércoles, 30 de junio de 2010

LA DINASTÍA ESPLÁ CON LA DE LOS ''BIENVENIDA'': PARADIGMAS DEL TOREO

DOS ESPLÁ

Dos hombres y un sueño. Luis Francisco da la alternativa en la vida y en la arena a su hijo Alejandro

PUBLICADO EN ELIDEAL.es
DOMINGO, 27 de Junio de 2010
Por FRANCISCO APAOLAZA
Alejandro se hizo matador hace hoy una semana. A sus 27 años, recibía en Alicante la alternativa de manos de su padre, Luis Francisco Esplá (Alicante, 1958), una de las figuras más respetadas de las últimas décadas. Pasaban de mano generaciones, saberes y compromisos presentes; y dolores, glorias y sangres futuras: todo lo que de bueno y malo lleva en los pitones el mundo del toro. Alejandro escuchó 35 palabras que no olvidará en su vida: «Lo que tiene inercia es difícil de parar. Lo que tiene estabilidad es difícil de tumbar y lo que tiene calidad y verdad es un argumento eterno. El secreto está en empujar y hacer fuerza». El padre, el hijo y Morante escenificaban un rito iniciático. Los dos primeros cruzaban sus trayectorias en el universo limitado del ruedo.
Hay padres e hijos unidos por la pesca o la afición al fútbol; ellos dos compartieron durante una hora el insigne título de matador de toros en activo. Completaban un ciclo de vida en menos de lo que dura un partido de tenis: el grande hizo hombre al pequeño y, un rato después, el pequeño le cortó la coleta al grande. A los que no tienen una tostadora por corazón se les hizo la garganta un nudo.
Fuera de la plaza, no todo es tan fácil. «Desde hace días estoy revisando qué he hecho mal para que me salga un hijo torero. Nunca hemos hablado de toros, ni hay nada relacionado con los toros en casa. No entiendo», bromea Luis Francisco Esplá antes de que llegue Alejandro a una entrevista en la cafetería de un hotel de Talavera.
-Y su madre, ¿qué dice?
-Su madre se quiere cortar las venas. Lo ha pasado muy mal conmigo, pero a mí me eligió así y a él no.
Carmen Tarruella fue la primera en enterarse de que Alejandro quería seguir el camino del triunfo que recorrió su padre, también el via crucis de los quirófanos y las palizas. A Esplá ni se lo dijo. «No me atrevía a contárselo, así que le comenté que quería torear unas vacas, sólo para aprender...», salta Alejandro, que acaba de llegar. Con su madre, recuerda, fue diferente. Mira al suelo, sonríe y menea la cabeza. «Así que me fui para ella y le dije: 'Quiero ser torero y no quiero cumplir los 40 sin intentarlo'. Todavía no acaba de creérselo»....
ENTREVISTA COMPLETA EN ENLACE: http://www.ideal.es/granada/v/20100627/sociedad/espla-20100627.html

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