A modo de Homenaje Póstumo: El Testimonio Emotivo de Admiración, Respeto y Cariño a UN TAURINO EJEMPLAR. A UN CABALLERO ESPAÑOL.
Por JAVIER HURTADO. Jueves 5 de Noviembre de 2009
Periodista
Durante quince años los Hermanos Lozano, Pablo, Eduardo y José Luis fueron fachada a la vista de la empresa TORESMA como arrendataria de la plaza de toros de Las Ventas. Detrás de ellos, en la trastienda, encargándose de armonizar el funcionamiento del tinglado, siempre estuvo Manolo Cano, cordobés de talante estoico y espíritu analítico, poseedor de una mano izquierda para conducir cualquier situación por peliaguda que fuere, difícil de encontrar en el toreo.
Manolo fue un hombre culto, lector empedernido, de pocas palabras e ideas claras, expresadas en frases cortas y sentenciosas. Antes de vivir el toreo en postura sedente, desde un despacho, se había desempeñado dinámico, muchos años, como apoderado y empresario.
Le gustaba entrar en tertulia con los amigos pero si la conversación derivaba en discusión prolongada, sellaba los labios y se transformaba en mero espectador pues, imbuido del credo senequista, consideraba que una polémica dilatada es laberinto en el que la verdad se pierde.
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